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Oct

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¿Curación o Rehabilitación?

¿Por qué se dice que la ludopatía no se cura?

Cuando se dice que la ludopatía, igual que ocurre con el alcoholismo, no se cura, sino que se rehabilita, porque siempre queda en el cerebro del adicto un depósito de memoria biológica susceptible de reactivarse con la mayor virulencia si se volviese a establecer un contacto con el objeto de adicción, en este caso con el juego de azar, se está dando pie tal vez a admitir un orden jerárquico en cuanto a la calidad de uno y otro proceso, adjudicando quizás un rango de superioridad a la curación respecto a la rehabilitación.Y sin embargo, no es así, ya que si la curación, en Medicina, significa la desaparición de la sintomatología con restitución total (“ad integrum”) del organismo al estado anterior a su evento patológico, la rehabilitación implica no sólo la desaparición de la sintomatología que causaba el trastorno adictivo, sino que se produce además un enriquecimiento psicológico de la persona, que la hace indudablemente más madura, más consistente, más equilibrada, más libre, más responsable, más noble, más empática, más dotada de valores y hasta éticamente mejor persona.

La rehabilitación es más positiva que la curación

Cuando un paciente acude a un médico con una patología física, pongamos una úlcera de estómago, en busca de su curación, es obvio que “sólo” se conformaría con recuperar su estado de salud previo a la enfermedad. En cambio, si el profesional devolviera a un adicto a su estado anterior a la adicción, es evidente que sólo le “curaría” de los síntomas, pero le dejaría en el mismo estado de personalidad y predisposición a las conductas evasivas y adictivas que venía padeciendo cuando optó o se dejó atrapar por el seductor camino de la adicción. Entonces, ¿cuál es más valiosa, la curación, que sólo hace remitir los síntomas, o la rehabilitación, que aun resultando marcada por el hándicap de la imposibilidad de un nuevo contacto con el objeto de la adicción, porque se reactivaría el proceso, permite en cambio a la persona dar un salto cualitativo en su personalidad en dirección hacia la excelencia?.

Cuando se dice que el adicto no se cura, sino que se rehabilita, debe entenderse que se hace referencia a la superioridad de la rehabilitación, porque a la desaparición de los síntomas añade un cambio positivo de la personalidad hacia una madurez que ya no precisa del concurso de las prácticas evasivas para su estado de compensación, bienestar y equilibrio.

¿Podría importarle tanto a un buen rehabilitado la prohibición de un nuevo contacto con su objeto de adicción, cuando tiene tan asumida esta limitación de sus libertades consumistas que prácticamente se ha habituado a su nuevo orden de vida, y cuando puede gozar como antes nunca lo había podido hacer de una vida enriquecida, vivida con inusitada profundidad por una persona que puede mirar y manejar con placidez y equilibrio su propia realidad sin asustarse, avergonzarse ni acobardarse o huir de ella, como lo hacía antes?

La rehabilitación requiere la participación del paciente

Otra diferencia importante entre curación y rehabilitación es el grado de participación e implicación del paciente en su proceso, que en el caso de la curación es mínimo (“vengo a que me cure”), pero en el caso de la rehabilitación es máximo , ya que es el propio interesado quien debe esforzarse, con la ayuda y el apoyo del equipo terapéutico y asociativo, por desarrollar al más alto nivel la parte inédita de su personalidad, dotándola de nuevos recursos, habilidades y valores que previamente no se encontraban operativos sencillamente porque o no existían o la adicción los había sepultado en el rincón de los trastos inservibles o no operativos. Si, la respuesta a la pregunta de si se cura la ludopatía, es sin duda que “si”, en un porcentaje muy superior de casos, como se ha dicho, ya que hoy por hoy contamos con los instrumentos y recursos necesarios para poder ofrecer un buen tratamiento a quien lo necesite.

Se trata del proceso en cuya virtud el ludópata alcanza el máximo nivel de excelencia como persona al que se puede llegar con el tratamiento de la ludopatía, logrando una transformación positiva de todas aquellas características perturbadas de la personalidad que la adicción había ido produciendo en el portador de la adicción. Es a través de este proceso como el ludópata no sólo recupera su anterior personalidad, sino que la mejora, con el desarrollo de nuevos potenciales, valores e intereses, que estaba muy lejos de poder adquirir en la etapa de la adicción, dada la trayectoria de una vida instalada en la abyección progresiva, e incluso se diría que con la rehabilitación, el ludópata asiste a un nuevo nacimiento, a un renacimiento de su persona. Su comienzo se graba por parte del ludópata con letras de oro en su biografía, marcando claramente el hito que separa el antes del después, el infierno de la gloria; la noche del día; el caos del orden; la anarquía de la disciplina; la abulia de la constancia; el despilfarro del uso y ahorro racional del dinero; el aislamiento egocéntrico del retorno a la dulce convivencia familiar; el egoísmo reconcentrado del espíritu de servicio a la familia y a la comunidad; la rigidez de la flexibilidad; la agresividad de la tolerancia; la mentira de la transparencia; la soberbia de la humildad; la suspicacia de la confianza; la tristeza de la alegría; la culpa del mérito… En definitiva, el ludópata alcanza un nivel de excelencia en su vida y en su persona que pocos, ni tan siquiera él, estaban en nueva vida, consistente en que ocasionalmente, sobre todo cuando se presentan dificultades o adversidades, le sobrevienen flases recordatorios de su vulnerabilidad psicológica, y de la facilidad con que antes solventaba tales trances, sencillamente yéndose a jugar.

Con la rehabilitación, el ludópata recupera poco a poco, e incluso la desarrolla y potencia, la capacidad antes perdida, o nunca desarrollada, para el afrontamiento maduro de las adversidades de su vida, poniendo en juego y ejercitando mecanismos autodefensivos de carácter maduro, entre los que desde luego ya no figura la huida, la negación de la realidad ni el refugio subsidiario en otras evasiones fáciles pero no menos peligrosas.

Afrontando el síndrome de abstinencia

Y la primera adversidad que el ludópata debe afrontar en el primer tramo de su rehabilitación es el síndrome de abstinencia, el luto por sus prácticas placenteras de juego, la facilidad de la evasión instantánea, y que se ve agravada por los sentimientos de culpa y de vergüenza que aparecen en el primer término de la conciencia del ludópata con la iniciación de su lucidez mental para ver la realidad con mirada retrospectiva y sentir horror por sus incontables fechorías.

Según todo lo dicho, el paciente que se rehabilita tiene más mérito que el que simplemente se cura, y por tal motivo tiene legítimo derecho a sentirse orgulloso del proceso que protagoniza.

Este texto ha sido extraído del «Manual del ludópata» de F.E.J.A.R. del Doctor Blas Bombín. Ponemos el libro generico-farmacia-enlinea completo a tu disposición cuando vengas a vernos.